El alto de Arrebatacapas es citado por el historiador medievalista Manuel Riu Riu en su “España Islámica” como paso de las tropas musulmanas que remontando el río Alberche se dirigían hacia Segovia, o las nuevas campañas entre los años 713 y 714 de León a Toledo por el alto de Arrebatacapas como señala Claudio Sánchez Albornoz en “España Musulmana”. Al peregrino le gustaría aclarar una cita de Andrea Navagero referente al Puerto de Arrebatacapas que frecuentemente ha encontrado en guías y folletos del Camino del Sureste. Andrea Navagero, escritor y diplomático italiano, que estuvo en España entre 1524 y 1528 como embajador de la República de Venencia ante Carlos V, en su libro “Viaje por España” se puede leer “Una buena parte de este camino es por montes muy ásperos y se pasa por el puerto de Arrebatacapas”. El camino y el puerto al que se refiere Navagero no es el camino que está realizando el peregrino ni es el puerto que acaba de ascender, se trata del Puerto de Arrebatacapas situado en el camino de Toledo a Guadalupe y que en 1525 recorrió Navagero. Asimismo Villuga detalla las ventas que están al pie del Puerto de Arrebatacapas en el Camino de Guadalupe. Realizada esta puntualización, el peregrino, tras este breve paréntesis, continúa su caminar hacia San Bartolomé de Pinares. Durante un buen trecho el peregrino continúa subiendo entre una tupida vegetación que por momentos le recuerda otros paisajes del norte de España, subida que finaliza en una amplia pradera en donde las flechas amarillas coinciden con un sendero marcado con lajas y que el peregrino deduce que es una ruta marcada para los moteros que tanto proliferan por esta zona. Es en esta pradera donde el peregrino ve algún que otro esqueleto de caballerías que han sido pasto de esos buitres negros que, junto a la cigüeña negra y al águila imperial, han encontrado refugio y protección en esta zona boscosa de pinares resultante de la paulatina desaparición de la tierra de pastos. El peregrino sale a la carretera AV-503 por el Arroyo de la Pizarra y las flechas amarillas le llevan a seguir el camino por la carretera hasta un cruce en donde un pequeño monolito indica, con letras muy desgastadas y que apenas se pueden leer, que a San Bartolomé de Pinares hay cinco kilómetros y diez a La Cañada, dirección esta última que, siguiendo la flecha amarilla, toma el peregrino para un poco más adelante coger un camino que le conducirá hasta San Bartolomé de Pinares.
Nota: El tramo final por carretera ha sido modificado para seguir, desde el Arroyo de la Pizarra, por la antigua Cañada Real, aunque sin seguir fielmente su antiguo trazado, ya que se daría un rodeo bastante largo que alargaría la etapa. El camino hasta San Bartolomé se realiza por un camino que prácticamente va paralelo a la carretera, sin llegar al cruce anteriormente mencionado.
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